Queridos amigos,
A los que estáis con nosotros desde hace tiempo de sobra sabéis que tenemos un espíritu inquieto que no nos deja estar parados ni un segundo , es por eso , que procuramos incorporar proyectos nuevos a nuestra familia bodeguera.
En esta ocasión , tengo el gustazo de presentaros a Antonio Madeira , un ingeniero nacido en Francia , pero con su corazón puesto en Portugal, la tierra natal de sus padres .Nos apropiamos de las palabras de nuestros amigos de " Coalla Import " porque definen a la perfección lo que Antonio Madeira significa.
"Comprender lo que significa Antonio Madeira para los vinos del Dao portugués puede ser una tarea muy simple o una cuestión casi antropológica. Todo depende de por dónde se aproxime uno a la cuestión.
Si lo abordamos por lo que Antonio Madeira hace, a él le gusta definirse como un cuidador de levaduras. Una de sus frases recurrentes es “tengo una finca con cuarenta variedades de uva mezcladas y cincuenta cepas de levadura distintas, ¿te imaginas?”. Su trabajo actual consiste en buscar el estado microbiológico óptimo de los suelos para que haya riqueza y diversidad en las pieles de las uvas que finalmente hacen sus vinos. Para ello, necesita viña vieja, y de esa hay disponible en el DAO. Lo que no hay es gente para trabajarla como Antonio quiere, una persona por hectárea y año. O, como él dice, “somos siete y tengo siete hectáreas. En mi equipo todos tienen más de sesenta años. ¿Qué voy a hacer cuando se jubilen?”
Para entender esta dualidad: la existencia de viña vieja y la falta de mano de obra, tenemos que enfocar desde la perspectiva antropológica. Comenzando por un hecho inmutable, la denominación de origen Dâo es la más antigua de Portugal para vinos no licorosos, y data de 1908. Era mucho más famosa y reputada que otras de más reciente creación (como Douro) que hoy quizá suenan más pero tienen una historia ligada a la elaboración de vinos fortificados.
Volviendo al Dâo, esta zona de la región de Beiras vivió durante décadas de la industria textil. Los trabajadores de esa industria tenían aparte su huerta, o su pequeña viña para el autoconsumo, y eso explica la existencia de viñas viejas, en las que además no se cometían tropelías y se plantaban usando material de otras viñas viejas. Lo que hoy es ultramoderno y antaño era mera necesidad.
Durante la dictadura de Salazar, se crearon siete cooperativas en lo que fundamentalmente se consideraban las siete subregiones del Dâo. Los viticultores estaban obligados a entregar su uva a la cooperativa de su zona que les devolvía el equivalente en vino. Poco incentivo a la calidad.
Sin embargo, en los años 60, los vinos del Dâo ganaron en prestigio y reputación. Aún se encuentran en el mercado botellas que merecen la pena.
La entrada en la Unión Europea en el año 1986 llevó a una deslocalización de la actividad textil, fenómeno bien conocido en España también. Y, con él, se fue la mano de obra. Quedaron en el Dâo las viñas y un grupo escaso de valientes que volvieron a poner al Dâo en el mapa.
Y, entre ellos, Antonio Madeira. Hijo de emigrantes a Francia a causa de la dictadura, pero apegado a la tierra de sus ancestros. Educado en las mejores escuelas de Francia. Ingeniero, especializado en optimización de procesos y logística. Muy bien pagado allí. Un día de 2010 siente la necesidad de reconectar con el territorio y comienza una pequeña aventura sin cortar lazos con su trabajo principal. Como él dice, “en Francia tenía ocho semanas de vacaciones y yo me las pasaba en el viñedo, o haciendo vino en el garaje”.
Tras varios años compaginando ambas ocupaciones y, de común acuerdo con su mujer, originaria del Dao como él, deciden vender su piso en Paris y Antonio deja un trabajo en el que se sentía un mercenario (no es esa la palabra que él usa, en realidad) por uno mucho peor pagado en el que da rienda suelta a su pasión y su obsesión: devolver al Dâo a la cima de la calidad y elegancia que siempre debió tener.
Su paradigma de calidad es la Borgoña y una vez embarcado al ciento por ciento en su proyecto, comienza a comprar o arrendar viñas muy viejas que él considera los Grand Cru de la subregion de la Serra da Estrela. Os granitos, A Centenaria, Vinha da Serra. Mientras tanto, su blanco y su tinto Vinhas Velhas siguen mejorando año tras año en calidad. Y sus vinos básicos, colheitas, se elaboran con uva comprada porque su equipo de siete no da para más que para cuidar la viña más vieja.
Decíamos que el canon era el de Borgoña. Pues en bodega se sigue también el manifiesto de Henri Jayer y se vinifica de forma muy sencilla, todos los vinos casi por igual: vinificación por parcelas o subparcelas en pequeños depósitos, maceración prefermentativa para mantener la fruta y el color, poca intervención sobre el sombrero para no extraer demasiado tanino, afinamiento largo en depósito, embotellado sin clarificar ni filtrar para mantener toda la emoción dentro de la botella.
Durante estos últimos años, Antonio dice haber trabajado sin un sueldo, todo lo que el proyecto generaba iba destinado a levantar una bodega funcional, o a comprar otro depósito para hacer microvinificaciones. En 2024 ha decidido aumentar la producción de sus vinos básicos para poder hacer sostenible el proyecto, porque la dimensión anterior, apenas veinte o treinta mil botellas según añadas, no era económicamente sostenible.
La historia de Antonio Madeira, lo saben si han leído hasta aquí, es la historia de una obsesión, le ha costado mucho dinero pero le ha hecho ganar en pasión. Así es como se elaboran los grandes vinos. "
Os haremos llegar este mes 1 botella de Antonio Madeira Branco Dâo Colheita 2022 elaborado a partir de las variedades Bical, Encruzado, Malvasia Fina y Cerceal, con edades medias de entre 30 y 70 años. Uvas de suelos graníticos que compra a productores que no tienen posibilidad de obtener una rentabilidad transformándolas en vino y que, así, se convierte en la mejor política de Responsabilidad Social Corporativa. Conjuntamente recibiréis 1 botella de Antonio Madeira Tinto Dâo Colheita 2022 , no proviene de viñas de más de cincuenta años, sino de las fincas más jóvenes y de uva que compra a otros viticultores de la zona. Se trata de uva que no tiene comprador debido al minifundismo, cuyos propietarios no tienen el know-how para vinificar y que están condenadas al arranque hasta que Antonio les da una viabilidad permitiéndole poner en el mercado un vino de precio más asequible. No penséis que son plantaciones recientes, se trata de viñas de más de quince años. En la bodega, el único elemento ajeno al vino que se emplea es el sulfuroso (y en pequeñas dosis), ni se macera mucho, ni se extrae demasiado, ya que se intenta encontrar finura por encima del agarre.
Costo : 1 Botella de Antonio Madeira Branco Colheita + 1 Botella de Antonio Madeira Tinto Colheita , 1675 $