A todos los que nos seguís desde hace tiempo de sobra sabéis el cariño que le tenemos a los chicos de Comando G , especialmente a Daniel Landi con quien iniciamos camino, pero esta vez queremos ceder el protagonismo a otro de los artífices de este proyecto, Fernando García, mancuerna perfecta de su compañero Dani para que Comando G sea lo que es actualmente en el panorama vitivinícola !
Os dejamos con uno de los héroes de la Garnacha y una entrevista que le hicieron muy interesante en El Blog de la Rioja Alavesa, con todos vosotros, Fernando García y su comando G " Hay que escuchar a esta gente para entender el auge de la Garnacha de Gredos, que se extiende a lo largo de los valles del Alto Alberche, Alberche y Tiétar, en los que confluyen tres provincias -Ávila, Madrid, Toledo-, tres comunidades autónomas -Castilla La Mancha, Madrid y Castilla y León- y tres denominaciones de origen -Méntrida, Vinos de Madrid y VT Castilla y León-.
El pasado mes de agosto subimos por unas laderas de granito y arenisca, en las estribaciones de la Sierra de Gredos, a más de mil metros de altitud para contemplar viñedos de leyenda entre montañas que son auténticos gritos de piedra. Una vid antigua cultivada entre gigantescas rocas a grandes alturas.
Los dos vitivinicultores de esta Historia, claves para el resurgimiento de la Garnacha, son Fernando García y Daniel Gómez Jiménez-Landi, un Comando G de Garnacha y Garra, de Gredos y Guerreros. Dos defensores de una denominación propia para la zona. Dos impulsores junto a otras bodegas de la asociación “Garnachas de Gredos”.
En la tierra abandonada de Ávila, de temperaturas extremas, entre el frío helador del invierno y un verano de golondrinas, en pleno agosto duermen, en perfecta simbiosis, piedras cual centinelas con el verde que te quiero verde de la Garnacha que marchaba el pasado 13 de agosto con parsimonia camino del envero.
Mundo paradójico de tierra pobre, uva humilde, vinos tan elegantes como austeros de jara marchita, flores secas, piedra serrana en el paladar, hojarasca en las venas… En esa tierra que hoy registraba 3 grados de temperatura, a las 9 de la mañana, tuvimos este verano un apasionante encuentro con la Garnacha del Alto Alberche, en Gredos, entre los 1100 y los 1240 metros de altitud.
Hasta esta alta cota que limita con el cielo, hemos subido a contemplar el milagro sensorial de las uvas con alma de tinaja, un vino soñado que viaja hoy por 44 países del planeta, gracias al impulso y la pasión de Fernando García y Daniel Gómez Jiménez-Landi, un Comando G de Garnacha, de Gredos, de Granito…
Entrevistar a Fernando García ha sido un descubrimiento. Hemos entendido porqué el pasado mes de mayo habían contado la historia de sus vinos en el New York Times. Seguirle hasta las alturas, entre piedras con vocación de ermita, de muralla abierta, ha resultado un viaje para volver a enamorarme de la Garnacha… Y de la tierra de Ávila en la que nacieron y vivieron mis antepasados campesinos.
Cuando en 2009/2010 empezaron a vender su vino de la Sierra de Gredos no existía el concepto “vinos de Gredos”, “ni Sierra”, ni nada parecido. En Madrid, Barcelona, en Donostia… “¿Sierra de qué, dónde está eso?” Había que situar Gredos en el mapa. Con el tiempo, haciendo las cosas bien, han llegado a salir en el New York Times.
- Fernando, quizá podríamos recordar aquel Master de Enología de la Politécnica de Madrid en el que os conocisteis. Daniel ya era licenciado en Filosofía y Humanidades. Tú, ingeniero de Montes.
Si nos remontamos al Master, en 2005… allí empezamos a compartir muchas tardes noches más allá del formato tan universitario y tecnológico de los vinos. Empezamos a viajar al Bierzo. Luego a Borgoña, donde acudíamos entre 3 y 5 veces al año de una manera compulsiva en vacaciones, en puentes de fin de semana. Luego fuimos al Loira, el Ródano, Sicilia, a Barolo… hasta completar todas las zonas vitícolas.
.- Y Rioja Alavesa
Sí, por supuesto. Yo trabajé dos años para Telmo Rodríguez.
.- Antes de hablar de Telmo, quiero decirte que fue el Master of Wine Fernando Mora quien nos habló de vosotros en el Curso de Verano de la UPV, en Laguardia. Se refirió a los de “Comando G” como “los héroes de la Garnacha en Gredos”.
Conocemos bien a Fernando Mora. Este año cumplimos diez años como Comando G, así que en la Fiesta de la Floración invitamos a bodegas de Chile, Argentina, California, además de Italia, Borgoña, Champagne o Sicilia.
Montamos una Cata Aniversario por la mañana, en la que participó Fernando Mora, seguida de una comida campestre y algunos conciertos de música para la tarde y la noche en las viñas, con una buena pulpeira y vino.
.- ¿De qué se trató en la Cata Aniversario?
De contar nuestra trayectoria a través de 10 vinos. Así contamos cómo caímos en Gredos, y cómo lo fuimos descubriendo.
Antes de hablar de la Garnacha, y de Gredos… ¿Qué tiene la viña?
Una conexión perfecta con el ser humano, porque todo lo que das a la viña, ella te lo devuelve con cariño. Además, la uva es capaz de transmitir el paraje. A mí me gusta saber la identificación de la zona, hacer vinos que expresen añada, lugar, zona. Luego tiene la parte divertida, la cultural, la gastronómica, conoces gente. Es un mundo amplio y pasional.
Antes de hacer el Master, yo empecé a trabajar en Lavinia, la tienda de vinos. Justo acabé la carrera universitaria y me puse a trabajar en Lavinia.
.- Lavinia tiene 3.500 referencias de vinos, el 50% de Francia.
Sí. Allí aprendí la parte biodinámica del vino, la ecológica. En esa época había grandísimos vinos de Borgoña y mucho biodinámico. Me gastaba todo el sueldo en comprarme vinos para aprender. Y así me puse a hacer el Master.
.- ¿Qué pasó en ese Master?
Nos juntamos personas con mentalidades diferentes. Teníamos entre veintitantos y 30 años. Algunos hacían un master por hacer algo después de la Carrera. Allí quemábamos todas las naves. Era acabar las clases y luego quedar en catas y en cenas con los amigos. Así aprendimos en noches largas. Y comenzamos a visitar bodegas.
.- Entonces… tú empezaste trabajando para Telmo Rodríguez en la Compañía de Vinos.
Llegue a Telmo a través de uno de los que trabajaban en Lavinia, que estaba de jefe de compras. Sabía que yo quería hacer vinos, así que me ofreció trabajar para Telmo, una grandísima escuela porque su forma de trabajar con viña autóctona, viña vieja en cada zona, y luego en un mundo de una escuela muy precisa, de vinos a los que no se añade nada… Ese respeto a la viña por encima de todo.
.- La Compañía de Vinos de Telmo Rodríguez tiene viñas repartidas en muchas zonas vitícolas.
Eso es muy interesante, porque trabajas en muchas zonas a la vez. En un año haces dos vendimias y media, y durante el año estás en cuatro o cinco zonas vitícolas.
Trabajé con las viñas de Lantziego, en Rioja Alavesa, y luego me tocaba venir a hacer un seguimiento a las viñas de Cebreros. Después hacías la vendimia en Toro. Y por fin acababa nuevamente en Rioja Alavesa. Con ellos estuve dos años.
.- ¿Cómo valoras la trayectoria de Telmo Rodríguez?
Tenemos que agradecerle que fue descubriendo zonas que estaban abandonadas en España. Él lo había hecho en la sierra de Málaga, en unas viñas impresionantes. Además de salir al mundo y explicar que España tiene potencial. Telmo es de los que se ha partido el alma y la espalda en esa tarea.
.- ¿Cómo surge Comando G?
El inicio es un viaje al Bierzo, acabando el Master. Fuimos Dani, Marc Isart y yo a un pueblo de Lugo a comer un pulpo. Íbamos en la parte de atrás del coche, con un resacón impresionante, y ahí decidimos que haríamos un vino juntos, un vino de amigos.
Nunca pensamos que iba a llegar a lo que es ahora. Nosotros íbamos a Francia a ver una bodega bonita, su equipo, sus viñas. Nos parecía que eso tendría que ser carísimo en España. Queríamos trabajar con los caballos labrando las viñas. Buffff. Nos parecía imposible.
Pero hoy tenemos nuestro equipo, casi todas las viñas son nuestras, tenemos dos yeguas para labrar. Tenemos una mula y una burra. En fin…
.- Habéis llevado a cabo el proyecto que teníais idealizado.
Así es. Ha sido mucho esfuerzo, mucho trabajo, invirtiendo cada botella que vendíamos para poder hacer una botella y media al año siguiente. Comando G comenzó haciendo 800 botellas con Umbrías, hicimos la primera “Bruja Avería” en 2008, y lo vendimos entre amigos para financiar el año siguiente.
A La Bruja Avería le cambiamos el nombre en la añada de 2014, que era un homenaje a los años 80, y al programa de televisión “La bola de cristal”.
.- Comando G fue el título de unos dibujos animados japoneses, en los que cinco personajes trataban de defender la Tierra de invasiones alienígenas.
Ellos eran cinco, nosotros fuimos tres al principio. Nos íbamos a llamar Comando Garnacha, pero nos dijimos “¿Por qué no Comando G?”, que era más llamativo. Al final con el tiempo la G es Garnacha, es Gredos y es Granito. Es la triple G. Y ahora que también asesoramos en Galicia, pues eso, que la G nos vale para todo.
.- ¿En qué se ha convertido “Comando G” diez años después?
En una manera de vivir. Empezó como un hobby, porque cada uno trabajaba en lo suyo. Yo de trabajar con Telmo pasé a la Bodega Marañones, con 30 hectáreas, que empezamos siendo el tractorista y yo durante casi tres años. Dani estaba en Méntrida en la bodega familiar que es Jiménez Landi. Y Marc en otra bodega. Estábamos juntos en Gredos queriendo hacernos con una viña.
.- ¿Cómo fue todo el proceso de haceros con la primera viña?
Empezamos a poner carteles por los pueblos, pero nadie nos quería dejar nada. El carácter castellano es un poco cerrado, “estos jóvenes la van a echar a perder”. Hasta que un militar que tenía viñas nos arrendó una que estaba muy abandonada. Fue nuestra primera hectárea. De ahí salieron la primeras botellas de La Bruja Avería. Y justo ese año nos salió la primera oportunidad de las Umbrías, una viña de media hectárea que está en el cerro, que conocimos gracias a un pastor que bajaba al pueblo.
Era diciembre de 2007. Entonces quedábamos todos los martes para buscar viñas de pueblo en pueblo, metiéndonos por todos los caminos. Así durante meses, descubriendo Gredos.
.- ¿Cómo estaba la viña de las Umbrías?
La viña estaba en el cerro a punto de morirse. No se podía acceder a ella en tractor. Fuimos como locos a por ella. Era de Garnacha, como el 90% de las viñas, Garnacha Garnacha.
Empezamos de la nada, porque aquí no hay herencias, ni un grupo con dinero. Ahora es más fácil llegar, si vas con dinero por delante. Nosotros trabajábamos para otros y todo lo hacíamos poco a poco. Entonces estaban las cooperativas en declive, pero no había bodegas. Así que la gente se dedicaba a vender la uva al mejor postor, ya fuera de aquí o de otras zonas vitícolas.
.- Y poco a poco, habéis llegado hasta tener 20 hectáreas para Comando G. en diferentes pueblos… y elaborar entre 60.000 y 90.000 botellas.
Ninguna de las viñas es mecanizable. Es trabajo manual, dos yeguas, una mula y un burro. Conocemos el trabajo de las caballerías de verlo en Borgoña. Nos gustaba la idea, primero estaba la dificultad de meter maquinaria, pero luego está el silencio, nada de gasoil, con menos compactación del suelo, y la conexión del trabajo con animales.
.- Los jóvenes de Ávila se marchaban a Madrid, o se metían a trabajar en la construcción. Pensarían que estabais locos. Pocos querían trabajar la tierra… Y ahora, la de 2018, va a ser la onceava vendimia.
Así es.
.- Vuestro amigo Fernando Mora dice que la España vitícola es un gigante dormido, y que los más despiertos son, entre otros, Rioja Alavesa, Priorat y Rías Baixas
Todavía Gredos tiene que dar mucho más de sí, sin abandonar viña alguna, y comenzando a plantar. Hay que crear vida, que huela a vino, que haya movimiento de uvas del campo a las bodegas. Vida! Hay hueco. Empezamos un proyecto de colaboración con la cooperativa de Cadalso de ayudarles en un mejor protocolo de elaboración…
Pero hay que dar datos. Si antes había 4.000 hectáreas en Cadalso, ahora quedan 4000 en todo Gredos, desde Mombeltrán hasta Navatalgordo. Que antes había 4000 hectáreas en cada pueblo.
Hemos convencido a algunos jóvenes. Estos a los mayores. Y luego les hemos ido poniendo clientes. Crear vida. Les hemos pedido que dejen de vender a granel, y animandoles para que empiecen a embotellar.
.- ¿En qué DO estáis?
Las garnachas están en la DO Castilla y León. Este es uno de los problemas que tiene Gredos, que son tres valles que coinciden con tres comunidades autónomas, con tres DO. Una es Méntrida, la parte que toca Toledo. Otra es la parte de Madrid. Y todo esto que es vino de Cebreros. Así que tendría que tener tres bodegas. Es imposible. Nosotros tenemos una nave alquilada, y otra donde está el almacén.
En nuestra etiqueta de los vinos de Comando G, en unos pone Vinos de Madrid. En otros pone Castilla y León.
.- ¿Qué te gustaría que pusiera en las etiquetas?
Gredos. En 2009 hicimos la asociación “Garnacha de Gredos” con Daniel Ramos entre otros. Luego vino más gente. La idea es luchar por llamar a nuestros vinos Sierra de Gredos, que es lo que nos une porque al final Madrid es una DO política, como otras muchas, que está en tres zonas completamente diferentes, y luego yo no puedo tener una viña en El Tiemblo. Luego hay bodegas que no quieren, otras que sí. Luego se desarrolló la DO Vinos de Cebreros.
Nosotros queríamos hacer una DO que se llamara “Sierra de Gredos” independientemente de las distintas Comunidades Autónomas. En fin, es complicado. Gredos son tres valles, el del Tiétar (con clima mediterráneo húmedo), está la parte central que es el Alberche medio (que es mediterráneo seco), y este otro, que es continental de montaña, el Alto Alberche.
.-¿Qué tal vino estáis elaborando ahora en la Sierra de Gredos?
Nuestra mejor faceta, la de Dani y la mía, es que nos reciclamos mucho y aprendemos de nuestros errores. Desde un inicio queríamos hacer vinos finos, elegantes y minerales que reflejaran esos tres conceptos.
.- ¿Cuál es la meta?
Conocer mejor nuestras viñas. Por eso empezamos a trabajar con Pedro Parra, que es un experto en terroir chileno, que trabaja en muchas bodegas, que llevamos trabajando con él tres años. Hemos empezado a mapear los grand cru, luego los vinos de paraje, para continuar y conocer mejor nuestras viñas en las que hacemos hoyos y análisis. Nos queda la parte reflexiva y ver por dónde nos encaminamos. Porque es diferente el granito que tenemos en un lado y en otro, el esquisto y la pizarra.
¿La filosofía de Comando G sigue siendo la misma, o se ha ido adaptando?
Mantenemos la idea primigenia de vinos finos, delicados, minerales y elegantes. Eso está ahí. Nada de vinos de autor. Nosotros fuimos directamente a viñas viejas, variedades locales y el tema de la viticultura ecológica como objetivo número uno, complementándolo con la biodinámica.
.- He buscado dos adjetivos calificativos de Comando G. De vuestros vinos dicen en Internet que son “agradables y elegantes”.
Muy bien.
.- ¿Qué es un vino agradable y elegante?
Ja, ja, ja. Para mí lo importante de cualquier vino, de entre 6 euros a 500 euros, es que te aporte algo, que te emocione. Que te refleje algo.
.- ¿De qué manera se acercó a vosotros Eric Asimov, del New York Times?
Le había hablado de nosotros un sumiller norteamericano, Rajat Parr, que ahora elabora vinos en California… En noviembre de este año va a salir un libro con vinos y bodegas de todo Europa, en el que aparecerá Comando G y las Garnachas de Gredos.
Puede que suscite la envidia de algunos, pero qué le vamos a hacer. Hasta hace dos años no teníamos vacaciones. Como mucho una semana. Aquí entre nosotros, a veces se tiene la actitud de la “Admiración negada”, celos y recelos. Es muy humano.
- ¿Qué vinos diferentes salen de esas 20 hectáreas de Garnacha?
La Bruja de Rozas (nuevo nombre de la Bruja Avería)… Al principio nuestras etiquetas eran muy de cómic… La bruja viajaba, o trabajaba en la viña, o tocaba en un grupo de música, o hacía un homenaje al Cine.
La estructura que hay ahora, es que tenemos un vino de pueblo “La Bruja de Rozas” (Puerto Real), un vino de paraje, que sería una parte del valle, donde cambia el suelo y el vino, “Rozas Primer” (un primer Cru en homenaje a Burdeos), y luego por encima está “Las Umbrías”, que sería el vino de parcela, que sale de nuestra viña más alta, Las Umbrías, un vino muy otoñal.
Eso sería Madrid, el Valle del Tiétar, Mediterráneo húmedo.
Aquí en el Alto Alberche hacemos “Tumba del Rey Moro” (media hectárea) (se llama así porque hay una tumba morisca del siglo XII), en Gredos, del pueblo de Villanueva de Ávila. Luego tenemos Rumbo al Norte (su vino no tiene ese nombre)… A la Tumba del Rey Moro queríamos llamarlo Akelarre, pero lo tenía registrado Subijana.
Y luego hacemos “El Tamboril” (0,2 hectáreas a 1240 metros, el límite del cultivo de la viña), que es el vino blanco, en Navatalgordo. Aquí tendríamos Navatalgordo, Navarrevisca, Villanueva de Ávila. Los tres pueblos más altos.
LO QUE LA GARNACHA ENSEÑA
.- No sé si las viñas crecen en tierra o en piedra pura, Fernando, entiéndeme…
Estamos en pueblos que son piedra pura. Y en un trocito de tierra los campesinos ponían una viña con esas Garnachas, la más vieja tiene 85 años, y la más joven 30. Nuestro proyecto es dar el paso y plantar. Plantar más Garnachas.
¿Cómo repartís los papeles? ¿Qué hace Dani, qué haces tú?
Los dos hacemos de todo. Elaboramos los dos. Llevamos las viñas los dos. Las podamos. Las tratamos. La poda en febrero y marzo, que hace mucho frío. Las vendimiamos.
.- ¿Qué te está enseñando la Garnacha, Fernando?
A vincularme más con la tierra. El ser humano se desconecta del campo con el Desarrollo. Ya no sabe interpretar las nubes, ni el viento, ni las estrellas. La Garnacha me ha enseñado a interpretar suelos, a mirar más allá, mucho más allá de lo superficial. Más allá de la primera capa de suelo. Me ha enseñado a mirar dentro, a mirar las entrañas, las raíces… porque la Garnacha es raíces.
.- Aquí en el Alto Alberche los suelos son duros, y hay mucha piedra, un paisaje increíble, tan maravilloso de ver como duro.
En los suelos tenemos aquí el granito más puro, el más bestia que hay. Esto fue un día puros circos glaciares.
Esta sociedad vuestra, de Daniel Landi y tú, ¿hasta dónde va? ¿Te ves dentro de 15 años con Daniel codo a codo?
Ahí, aguantándole.
.- Ja, ja, ja.
Hay una base fundamental: somos amigos. Después del trabajo quedamos para cenar, o para ir a un concierto. Hemos pasado muchas cosas. El barco ha sufrido sus zozobras, para que ahora se hunda. Tenemos la misma mentalidad, aunque cada uno tiene su expresión. Podamos juntos, las decisiones de Vendimia son conjuntas, y nos hacemos la vida más divertida. En los momentos bajos, uno tira del otro.
En Vendimia vivimos tres meses juntos. Cuando acaba la Vendimia, para diciembre, nos cogemos una furgoneta, nos juntamos con otros dos y nos vamos de viaje al Ródano, a por más vino. O a Sicilia. ¿Estamos locos?
- En una vieja entrevista quedó registrado uno de vuestros sueños antiguos, que era “hacer con la Garnacha el mejor vino del mundo”.
Ahora no se trata de hacer el mejor vino del mundo, sino el mejor vino que podamos nosotros hacer. Al principio nos queríamos comer el mundo, ahora se trata de desarrollar tu proyecto y ser feliz. Ahora lo principal es ser feliz, y nuestro sueño es hacer las cosas mejor.
Queremos continuar bebiendo muchas botellas, seguir viajando, compartiendo, saber cómo evoluciona el mundo del vino. Antes estábamos centrados en Borgoña, pero hemos visto que Sicilia es inmenso, y que Chile y Argentina son impresionantes, o lo que hacen en California.
Hay mucho por hacer. Tenemos viñas que llevan tres y cuatro años, que van levantándose poco a poco, que estaban a punto de morirse, y que aún no hemos sacado nada de producción. ¿No es enriquecedor y apasionante? Con estas y otras cosas… Así es como somos felices.
Tres valles en Gredos, Fernando. Y cada valle tiene su expresión (se lo pregunto en la viña llamada Rumbo al Norte, entre cepas de Garnacha Garnacha).
En el alto Alberche los vinos carecen de esa sensación de fruta en nariz. Es más polvo seco, como de flor de jara casi marchita. Hay algo etéreo, delicado, floral fino. Y luego los vinos son mineralidad, piedra, austeros y más pausados.
.- Casi los estoy saboreando
El valle sur es mucho más jovial, más floral, en formato violeta, rosa, depende del año. Flores blancas, azahar. Las bocas tienen un poco más de peso, porque son vinos más eléctricos y chispeantes, más vibrantes.
.- Nos falta un valle
El valle central, que es donde estaría San Martín, Cebreros… Son los vinos con más cuerpo, tirando hacia la cereza. El perfil de entre un fruto rojo y un fruto negro, con carnosidad. Los aromas son más hacia la mediterraneidad de la lavanda, el romero, más folklóricos y aromáticos. Y la boca tiene más estructura, con otra complejidad.
.- ¿Cuál es tu preferido (que se sepa)?
Hacemos tantos vinos que es complicado. A mí me gusta Umbrías, porque está fuera de todos los parámetros. Es etéreo. Parece un rosado pálido oxidado, de color no buscado, pero siempre ha sido así. Es un vino tímido que tienes que ir a buscar, totalmente introvertido, para luego salir con un poco de rosa marchita. Ah, pero en la boca es como un pomelo, una naranja sanguínea.
Mira, en el Alto Alberche los vinos son lo contrario. Sería como coger la tierra y casi como chupar el granito. Piedra pura granulosa. Pura mineralidad.
.- Menuda cata, Fernando, de vino y palabras.
Rumbo al Norte es más otoñal, más profundo, más hojarasca… Como la felicidad, los vinos acompañan. Y acompañan muy bien"
Pues después de haberos acercado algo más a Fernando de Comando G, no podíamos hacer otra cosa que poneros en vuestras mesas una botella Las Rozas 1 Er Cru 2016 !
Por favor, disfrutad y sed felices !
Costo : 1418 $